El Nado de una Mujer Verdaderamente Genuina e Inspiradora que estableció un récord
El nado en Rapa Nui ha sido el más difícil que he hecho, y realmente tuve que investigar a fondo. El 15 de Marzo, cuando estaba por amanecer, mi equipo y yo nos preparamos para este desafío trascendental que nos esperaba. Alrededor mío, la gente se reunió dándonos buenos deseos y aliento, y el sonido de “Thunderstruck” de AC/DC llenaba el aire. Fue uno de esos momentos en los que traté de no pensar mucho sobre lo que estaba a punto de hacer y simplemente me zambullí en el agua y comencé, dejando atrás los ecos de los gritos y aplausos.
El agua era cálida y Sarah Houston y yo rápidamente entramos en ritmo. El primer kilómetro fue un poco agitado y yo aún estaba tratando de calmar mis nervios. Esa combinación me hizo sentir náuseas y la necesidad de un supositorio estaba llamando. Empecé a sentir mareos con el aumento de las olas. Solo diez minutos después de mi partida, el puerto cerró debido al aumento de las olas, lo que significaba que lo había logrado justo a tiempo. Por suerte, las náuseas pasaron mientras continuaba con cada brazada; mi reloj me mantenía informada de mis estadísticas. Después de leer que mi velocidad era de 16 minutos por kilómetro, decidió dejar de funcionar totalmente. Estaba siendo desafiada, ya que, siendo mi instrumento para medir mi progreso en el agua, me sentía un poco perdida sin él.
Me dieron un supositorio profiláctico en mi primera alimentación y me ayudó a tranquilizarme. John empezó acompañándome con el kayak a mi izquierda, y después de la primera alimentación se cambió a mi derecha. Aprendimos en Hawaii a alternar los lados del kayak con cada alimentación para permitir que mi respiración sea bilateral lo cual normalmente es así, pero algunas veces privilegio un lado especialmente si mi visibilidad es poca. El yate estaba detrás mío, a la derecha.
El oleaje era intenso detrás de mí e iba de lado con el viento, creando golpes y rebotes de las olas rompiendo en los acantilados, causando más turbulencia contra la que debía nadar.
Pude sentir cómo el agua cambiaba a medida que nos acercabamos a la primera punta de la isla. Estaba en las grandes y azules profundidades del océano que eran fascinantes- era como estar suspendida en el espacio. Mientras nos acercabamos, fui honrada con la vista de un pináculo gigante de una roca que sobresalía del agua por mi derecha. Detrás de ella había una pequeña isla (a 2km de la costa). Luego descubrí que ésta era la icónica isla usada para la competencia del hombre pájaro. Las comunidades vivían al lado del cráter a la orilla del acantilado en pequeñas casas de piedra con diminutas entradas. Ellos entraban de espaldas para evitar que entraran espíritus en sus hogares. La gente de Rapa Nui tiene fuertes lazos espirituales con sus ancestros.
Los hombres luego tendrían que nadar hacia la isla, subir por los acantilados y recoger un huevo del pájaro, para luego nadar de vuelta en balsas hechas a mano con el huevo intacto. El ganador era coronado como el gobernante de la isla durante un año, hasta que la competencia volviera a ocurrir.
Rodeé la primera parte del nado en tiempo récord. Las condiciones eran un poco salvajes, con el oleaje y el viento, pero nada muy alocado. John había cambiado con Tavo y Konui en ese entonces y ahora estaba de vuelta para su 2do turno. La rotación de los kayakistas cada una hora realmente me ayudó a hacer un seguimiento del tiempo ya que no tenía mi reloj. Al rodear el primer punto, el yate se acercó para animar y dar gritos de alegría, y en mi siguiente alimentación Sarah H puso la canción “Thunderstruck” en su parlante. Esto me dio un real impulso para comenzar el largo camino hasta el siguiente punto.
El inicio de este tramo de 25 km llegó con sus propios términos; el calor del día y el nadar contra la corriente. Sin embargo, aparte del calor de medio día, estaba teniendo dolores de cabeza y sintiendo la tensión de la sal quemando mi boca. Fue difícil porque era algo con lo que no estoy familiarizada y no lo esperaba. Había estado aplicando Vaselina en mi boca y labios cada alimentación para tratar de combatirlo, pero nada parecía ayudar. El enjuague con Listerine ayudaba por 10 minutos antes de que la sal me afectara de nuevo. Rodeando el primer punto nadé directo a una corriente. Podía ver el fondo y pedazos de algas y microplásticos, como también pequeños peces nadando bajo de mi en dirección contraria- con la corriente. Konui estaba en su turno y había mucha espuma a mi alrededor y eso no marcó un tono muy bueno para el que sería mi tramo más duro.
Alrededor de las 3 horas en el largo tramo y 7 horas del nado, estaba poniéndome tensa. Aún me faltaba el 75% del nado por recorrer pero estaba sintiéndome cansada y la sal realmente me estaba afectando. Esta no era una buena señal, pero desistir no era una opción. Sarah H notó mi lucha interna y se unió a mí para animarme durante las siguientes 3 alimentaciones. Fue una distracción muy bienvenida. Hizo sus habituales locuras bajo el agua haciendo muecas y haciendome sonreir por dentro. Fue de ayuda pero no podía devolverle la sonrisa porque sonreír era muy doloroso. Wofty y Marta se encargaron de las alimentaciones mientras Sarah H nadaba a mi lado y en el 3er turno de John en el kayak se llevó a Sarah H de vuelta al yate para ayudar a Rentia que se sentía mareada. Eish!
Hice matemáticas en mi cabeza, canté canciones y pensé en la meta. Intenté distraerme pero desafortunadamente eso es algo que pasa naturalmente y no puede ser forzado.
Ahora estábamos lejos de la costa en el gran azul que amo, pero era imposible desconectarse debido al oleaje, las olas rompiéndose y por supuesto, la sal. La línea costera parecía interminable, pero era hermosa mientras pasábamos por el cráter, algunos acantilados y cuevas, era impresionante.
En mi batalla por mantenerme enfocada y tratar de disociarme del agua salada en mi boca, se me ocurrieron estrategias para distraerme. Una era ir repasando el abecedario, y pensar en cada persona en mi vida de la que estoy agradecida por el impacto que han tenido. Había planeado dividir el juego del abecedario en tres partes, para que pudiera hacer un poco por cada tramo de costa, pero necesitaba usarlo todo en este largo tramo! También me di cuenta de toda la belleza que me rodeaba; las olas rompiéndose en los acantilados, el volcán, los barcos de la Armada que me vigilaban, y mirando hacia atrás todo el camino que ya había avanzado. Eso me impulsó a través de la lenta y dura rutina.
Al fin empezamos a acercarnos al segundo punto- Poike. El punto más salvaje y uno al que todos en la isla temen. No hay caminos de accesos a ese punto, solo a pie y caminos de ganado, y por lo tanto no hay forma de evacuar a tierra. Este era un salvajismo que realmente amo. Corría viento, y el mar hacía lo que quisiera, recordándome a Cape Point; el viento bombeando, las olas rompiendo, las rocas. Avancé en estas condiciones y estaba tan emocionada por el desafío de rodear esta sección. Pude sentir cómo cambiaba el océano a medida que nos acercábamos más y más. El agua se puso más salvaje y agitada, las olas se estrellaban contra los acantilados.
Agarré velocidad y estaba en mi elemento. John iba gritando con la energía del agua que nos rodeaba, y significó mucho para mí cuando compartió lo increíble que era para él verme nadar por esta fase de mi travesía.
Rodeamos Poike mucho antes del anochecer y ahí supe que estaba en camino a terminar el nado en menos de 20 horas. Impactada. Había pasado exitosamente a través de 2 esquinas difíciles de la isla, faltaba 1 y luego el tramo a casa. Supe que el siguiente tramo iba a sentirse largo y por eso intenté desconectarme. Canté más canciones y pensé en el final. El sol se estaba yendo y estaba perdiendo el foco otra vez. La luna estaba medio llena, lo que era muy bonito, permitiéndome confiar en la silueta de los kayakistas en lugar de las lámparas en sus cabeza, que no podía ver, ya que estaban en la parte posterior de la cabeza y no en el lado. Mi boca aún seguía tirante.
Cuando finalmente oscureció, el fósforo en el agua era difícil de ver, pero de vez en cuando podías ver destellos y era hermoso. John saltó a nadar conmigo alrededor de las 11pm para una bienvenida distracción. Me estaba desvaneciendo otra vez y tener su estilo un tanto agitado a mi lado fue reconfortante. Tavo estaba remando a mi lado lenta y constantemente, gritando un ocasional “yeehaa”.
Volví a estar sola, después de 30 minutos con John acompañandome en el agua e indicando la última esquina. En el siguiente turno de John, se escucharon silbidos desde el yate y nos dijeron que nadáramos lejos de los acantilados, ya que se estaba armando una tormenta y no podíamos arriesgarnos a chocar contra los acantilados. Hicimos un giro de 70 grados hacia mar adentro!
Pude sentir el cambio en el agua mientras me acercaba, y supe que estaba cerca.
En ese entonces ya me había sentido mal y vaciado el contenido de mi estómago. A estas alturas me había aplicado dos supositorios para mantenerme lo suficientemente bien para continuar. Había sido picada unas 3 veces por medusas y podía sentir la irritación debajo de mi axila derecha. Las picaduras se volvieron una agradecida distracción a la sal en mi boca. En algún punto, recuerdo que miré al yate mientras me alimentaba y lo vi balanceándose de lado a lado en unos 80 grados. Estaba tan aliviada de no estar en el yate.
La punta final era más puntiaguda que las otros 2, lo que significó que no rodeamos la costa sino que pasamos por ese punto y después giramos bruscamente a la izquierda. Había un auto en el lado de los acantilados que estaba apuntando con sus luces hacia nosotros, lo que fue otra agradable distracción, al saber que la gente nos estaba siguiendo tanto en la tierra como en el océano.
Estaba nadando a 3,3 km/hora, lo que significaba que faltaban unas 4-5 horas. Cuando rodeé el punto final, faltaban 12 km para la meta. Estaba sintiéndome tensa nuevamente y le pedí a Sarah que saltara y nadara conmigo por un rato. Pensé que nadaría por 3 o quizás 4 alimentaciones y luego se saldría ya que sabía que ella estaba cansada. Ella había trabajado sin descanso entre alimentarme a mí y a la tripulación, junto con subir y bajar del zodiac con grandes oleadas. Esta no era una tarea fácil, y de hecho Tavo se cortó su pantorrilla profundamente en el proceso de pasar del zodiac al yate, y necesitó a Rentia para que hiciera sus labores de médico.
Traté de retrasar lo más posible el preguntarle a Sarah, pero la necesitaba ahora. Quedaban probablemente 10 km para llegar cuando ella saltó. Era increíble tenerla a mi lado. Probablemente esto fue lo más difícil que tuvo que trabajar para mantenerme motivada mientras pasaba por momentos bajos.
Podíamos ver las luces de Hanga Roa y la tripulación se emocionó. Intenté no mirar demasiado cerca ya que las luces son engañosas, y en realidad extrañaba la luz de natural de la luna y la oscuridad.
A unos 4 km del final, mi garganta se estaba cerrando, y estaba luchando por respirar. Sarah intentó llamar desde el kayak al yate, pero solo recibieron el mensaje en la siguiente alimentación. Pedimos un broncodilatador y glicerina. Alarmas de alerta sonaban en las cabezas de la tripulación y estábamos muy cerca del final. Estaba siendo cautelosa, ya que sabía que el nadador anterior había fallado el nado debido a la inhalación de sal y tuvo que ser sacado en avión.
El broncodilatador llegó e hice dos inhalaciones. No hubo cambio, pero supe que estaba bien, podía terminar, a pesar de lo duro e incómodo que era. Me dije a mi misma que este era como cualquier otro nado de entrenamiento.
Rentia vino con su estetoscopio en la siguiente alimentación, la cual rechacé. Solo quería terminar ya. Traté de disfrutar el proceso, pero la sal me distraía demasiado como para eso.
Con 1 milla aún por recorrer, estaba ansiosa para llegar a tierra. Me mostraron las 3 luces brillantes a dónde nos dirigíamos y nadé en línea recta hacia ellas, pero me silbaron para que volviera hacia el kayak. Tuvimos que mantenernos alejados siguiendo derecho por el camino, debido a las rocas. No estaba muy convencida, pero Sarah me insistió en que confiara en los kayakistas. Obedecí a regañadientes.
Durante el último tramo, John cambió con los remadores locales que son expertos en estas costas, para que pudieran guiarme de manera segura por los arrecifes poco profundos y las partes rocosas. Lo siguiente fue que un bote pesquero apareció de la nada y se quedó iluminandome y hablando con Konui y Tavo en rapanui. No entendimos ni una palabra y yo solo quería nadar. Era muy desorientador estar con las luces en el agua. Ahora John estaba en el agua con Sarah y conmigo para nadar el tramo a casa, y también tratando de mantenerme concentrada y guiarme tranquilamente hacia el lugar de manera segura. Después supe que la armada quería que abandonaramos el nado y llevarme a la orilla en el bote ya que el puerto seguía cerrado, pero afortunadamente John los convenció de lo contrario.
Finalmente, nos dimos cuenta de que Tavo, Konui y el bote pesquero estaban esperando el momento preciso antes de gritar “¡vamos, vamos, vamos!”. Avanzamos a toda velocidad hacia la calma del puerto y terminé mis últimas brazadas de estilo mariposa, como le había prometido a Josie, la hija de Sarah, pero también lo hice por todos los niños.
Podía escuchar aplausos y gritos al llegar al final. John y Sarah me abrazaron y Tavo saltó con nosotros a celebrar. Fue un momento increíble pero muy breve. El nado no estaba terminado hasta que saliera del agua.
El padre de Konui fue el primero en abrazarme y fui llenada de guirnaldas y coronas de flores de gente que me colmaba de felicitaciones; fue un momento hermoso. Había gente en todas partes! Abracé a Tod y a Julie de Plastic Oceans y brevemente vi a Mark de Plastic Oceans Chile antes de ser llevada por el doctor para un chequeo de rutina.
Desafortunadamente, el momento se sintió tan breve, ya fui llevada en la ambulancia para ser examinada. Me habría encantado experimentar ese rato en la costa por más tiempo, pero respeto la decisión del médico de garantizar mi seguridad primero.
Pusieron una manta tipo espacial alrededor mío a pesar de que no estaba helada y hacía calor en la ambulancia en que me fui. Completamente sola. Fui llevada a emergencias y desvestida sin ceremonias para ponerme una bata antes de que me sacaran sangre, me dieran unas gotas y revisaran mis signos vitales. Todo estaba perfecto y el doctor estaba feliz. Me estaba quedando dormida mientras esperaba que mi equipo llegara con ropa limpia y celebrando. Fue surrealista.
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